Hace unos días recibiamos un e-mail informándonos sobre la sociedad CERFA (Sociedad de Científicos Españoles en la República Federal de Alemania) una asociación de cientificos expatriados donde poder compartir nuestras penas e inquietudes.
Aquí he descubierto algo de lo que hacía tiempo me había dado cuenta. Somos Doctores y aquí se nos respeta y se nos trata como tal. Todo esto lo explica perfectamente José María García en la página web Ciencícola y os copio el texto integro a continuación:
-------------------------Vente a Alemania, Dr. Pepe
Por José María García (@josemgarcia_us)
Cuando uno se plantea en serio lo de irse al exilio “voluntario” para poder trabajar en este oficio que tanto amamos como es la ciencia, siempre piensa en cómo lo tratarán allí donde vaya. En si será posible ejercer su profesión y pasión sin impedimento y con éxito. Y por supuesto, para ello, siempre se plantea en si encajará allá lejos, en una sociedad y cultura que no es la suya.
La vida en general, te da sorpresas. Y en este caso si cabe, más. Mientras que en España los jóvenes tienen que mentir en su curriculum, ocultando que tienen varias carreras o incluso un doctorado, fuera de España un Doctor está en muy alta consideración en la sociedad. En Alemania y en Austria (desde donde escribo estas líneas), no sólo no tienes que esconder tus títulos, sino que debes decir orgullosamente que los tienes. Por ejemplo, en la búsqueda de pisos, es muy importante que el propietario se entere de que eres doctor, para aumentar tus posibilidades de alquilar tu casa soñada.
En España, cuando rellenas un formulario, puedes marcar “Sr.” o “Sra.” como título. Aquí te indican explícitamente que también puedes poner “Dr.” o “Ing.”. Sin duda el valor que se da en estos países al hecho de tener una educación superior es algo por lo que sentirse arropado para ejercer con libertad la Ciencia en mayúsculas.
Recientemente, leía un artículo en el que se decía que “una de las mayores debilidades de nuestro tejido productivo, si se compara con las economías de los países más desarrollados, es la baja incorporación de doctores a la industria y la baja proyección social del doctorado”.
Y es precisamente esa sensación, la de que a la sociedad no le importa el título que tanto esfuerzo te ha costado, la que desaparece en cuanto sales por los Pirineos, disipando las dudas que te quedaran sobre tu futuro profesional tras la decisión crucial de exiliarse.
La adecuada consideración de títulos de educación superior no solo en la sociedad, sino en la industria y tejido productivo, es algo necesario para que la economía del país pueda recuperarse de verdad, y que se llegue a ese ansiado “cambio de modelo productivo”, tan cacareado por los políticos. De hecho, ellos son los primeros que deberían empezar a valorar la educación superior como se merece. Aunque claro, si empezamos a comparar las titulaciones y doctorados de los políticos de aquí y de allí, podríamos explicarnos algunas cosas. Pero eso es harina de otro costal.
Yo tuve la ocasión de apreciar esto en un vuelo que me cancelaron con Lufthansa. Al ver en mis tarjetas el Dr. (si, si en la del banco aparezco incluso como Dr.) la manera de tratarme cambio radicalmente y al final pude llegar a tiempo a la boda de un amigo.
Y a vosotros, ¿qué tal os tratan en vuestros respectivos países de acogida?
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